jueves, 16 de abril de 2009

El desafío de la desintegración social. Por Horacio Martorelli*

En los tiempos que corren, nuestro país se ve enfrentado al desafío de una amenazante desintegración social e institucional. ¿Está nuestro Partido, actualmente en condiciones de asumir el liderazgo en la inevitable lucha por una nueva propuesta de integración social (cultural, económica e institucional)?. Hacia fines del s. XIX y primera mitad del s. XX el Batllismo elaboró una admirable estrategia de integración general para aplicar en el país. Se trató y se logró articular los principios del liberalismo político con los impulsos del socialismo democrático. Asentado en esos dos cimientos ideológicos el Batllismo se dio al combate para construir un país integrado.

Desde luego que ese esfuerzo no estuvo libre conflictos varios: hubo errores, exageraciones, banalidades y sectarismos. Esas desviaciones parecen ser inevitables en todo empeño político social instrumentado en una democracia republicana…

Pero lo cierto es que el Partido lideró decisivamente aquel esfuerzo hacia la integración social mediante un conjunto de instrumentos, tales como: (a) la expansión de servicios públicos capaces de alcanzar a la mayoría de la población; (b) la consolidación de un grado apreciable de bienestar que durante décadas resultó apropiado, mediante instrumentos nucleados en organismos estatales: sistemas de educación, de salud, de previsión social, de saneamiento, de esparcimientos, etc. (ello sin perjuicio de reservar a la sociedad civil ancho campo de intervención). (c) la construcción ideológica basada en el respeto a la libertad de las personas y agrupamientos, así como la impulso de ansiedad para avanzar en la conquista de un mayor grado de equidad.

Con esos medios y otros tantos logros, el Batllismo consiguió un sitial glorioso entre las fuerzas políticas y sociales de nuestro país.

La situación actual es, por cierto, bien distinta. Muchos de los servicios públicos se alejan cada vez más de las necesidades públicas y son verdadero patrimonio absolutista de corporaciones sindicales o de grupos oligárquicos. El designio de bienestar social ha dejado lugar nuevas formas de clientelismo excluyente y produciendo marginalidad y exclusión. La orientación libertaria del institucionalismo republicano se ve amenazada explícitamente por la corruptela autoritaria que anega vastos estratos de la ciudadanía y que termina seduciendo con el ejercicio de una violencia incontrolada a sectores de jóvenes y de adultos.

El Batllismo nunca tiene ojos en la nuca. Los batllistas no podemos añorar puerilmente buenos tiempos pasados. Ahora es el momento de mostrar, sin dogmatismos y sin timideces, que tenemos nuevos instrumentos para construir un país moderno y justo. Hay que reconstruir pero también hay que inventar.

¡Manos a la obra! ¡Arriba corazones!.

*Horacio Martorelli es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Sociólogo. Investigador en ciencias sociales .Profesor en la Universidad de la República, el IPA, la Universidad Católica del Uruguay, y el CLAEH. Autor de libros y artículos de su especialidad. Consultor de PNUD en varios países de América Latina.

1 comentario:

Unknown dijo...

Lo que dice Martorelli es clarísimo. Nuestro país se afirmó porque fuimos capaces de extender los servicios públicos; lo hizo porque dimos prioridad al bienestar por medio de las prestaciones en materia de salud, educación, vivienda, seguridad, uso del tiempo libre y dimos en ello intervención al estado pero también un papel esencial a organizaciones no gubernamentales; porque priorizamos los valores que emanan de poner en el centro la libertad.
¿Quién más que el Partido Colorado y el batllismo pueden retomar estos criterios? Nadie más, por ideas, historia, valores compartidos. Entonces, amigos: a crecer y con mucho ímpetu para poder encarar la tarea.